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La Opinion - News ArticlePoë, tapas sin fronteras El bar del barrio de la Magdalena ha convertido la gastronomía internacional en un punto de encuentro para estudiantes y viajeros, para granadinos y extranjeros. Sus incondicionales, repartidos por el mundo, ya han creado un sitio en internet. FEDERICO VILLALOBOS. Si Washington Irving visitara hoy Granada, lo más probable es que el patronato que gestiona la Alhambra no le permitiera volver a alojarse en las salas que una vez le sirvieron de estancias. Y al propio escritor le resultaría sin duda enojoso someterse al estricto horario de visitas y hacer cola con los turistas, una especie que él mismo contribuyó a engendrar. Seguramente le veríamos pasear por la ciudad más que en aquellos días. En las contadas ocasiones en que bajaba a Granada, Irving solía visitar a los condes de Teba y a su hija, la futura emperatriz Eugenia, en su casa de la calle de Gracia. Hoy no hallaría allí a sus descendientes, pero en el mismo barrio de la Magdalena, a la vuelta de la esquina, encontraría un lugar en el que sin duda se sentiría a gusto. Además, podría hablar en inglés. También en español, por supuesto. Y en portugués, y en muchas otras lenguas. El mérito, en este caso, no es suyo. O quizá sí, en una mínima parte. Hay algo de romanticismo ‘irvingiano’ en las razones por las que Matthew y Ana Poë llegaron a Granada hace algo más de cinco años. Pero a diferencia de los viajeros del siglo XIX o de los turistas actuales, Ana y Matthew se quedaron aquí. Matthew es inglés, de cerca de Portsmouth. Ha sido profesor y psicoterapeuta. Aunque ha pasado la mayor parte de su vida en Londres, durante algunos años trabajó en África. Ana nació en el sur de Angola, pero la guerra civil en su país natal la llevó a exiliarse con su familia en Lisboa. Allí estudió gestión de empresas. Después vivió ocho años en Madrid, y otros tantos en Londres, donde conoció a Matthew. Se casaron y compraron un pub. Un día se dieron cuenta de que aquel negocio les robaba demasiadas horas. "Llega un momento en el que te preguntas si el dinero es más importante que tu vida", dice Ana. Viajaron a Andalucía, a Mojácar. Aquello les gustó. Les empezó a rondar la cabeza la idea de trasladarse al sur de España. Granada no entraba en sus planes. Pero cuando, en un segundo viaje, volvieron a Mojácar, lo hicieron en noviembre. "Era como un desierto. Queríamos tranquilidad, pero no tanta. De paso hacia Cádiz, pasamos por Granada. Encontramos una ciudad llena de vida, en la que se oía hablar en muchísimos idiomas. Fuimos prolongando la estancia en el hotel, luego alquilamos un piso, y aquí nos quedamos". Decididos a establecerse en Granada, en un primer momento pensaron abrir una librería internacional. "Pero descubrimos que ya la había, y muy buena", explica Matthew. "Entonces decidimos aprovechar la experiencia del pub de Londres. Al fin y al cabo, aquí la gente bebe más que lee. Pasamos tres meses estudiando las distintas zonas, el tipo de clientes y lo que nosotros podíamos ofrecer. Teníamos la idea de un establecimiento con ambiente y comida internacional. En Granada no había algo así. Y el resultado son el Poë y sus tapas". Tapas internacionales en una ciudad donde la tapa es seña de identidad local. Es casi rizar el rizo, y Matthew y Ana lo han conseguido. Pero es que las tapas del Poë son también una seña de identidad: de una identidad viajera, la de la propia Ana. "Soy africana, pero he pasado la mayor parte de mi vida en Europa. Entonces, ¿qué soy? No lo sé, sólo sé que soy yo". De esa identidad, de la identidad que Ana comparte en el Poë con quienes prueban sus tapas, forman parte la gastronomía de Angola y Mozambique (‘galinha de coco’, ‘piri-piri’), de Portugal (‘bacalhau à la Gomes de Sá’), de Brasil (‘feijoada’), o incluso de Tailandia (pollo tai). También caben en ella los típicos pinchitos granadinos, a los que en el Poë les añaden trocitos de piña. Podría parecer una innovación demasiado arriesgada en una ciudad conservadora también en lo gastronómico. "Es cierto que Granada es muy conservadora", opina Matthew. "Pero al mismo tiempo es también una ciudad muy abierta. Granada tiene tantas capas como una cebolla, y lo descubres a medida que las vas abriendo. Al Poë vienen muchos extranjeros, estudiantes, turistas. Pero cada vez tenemos más clientes granadinos, quizá un sesenta por ciento. Y la mayoría viene por nuestras tapas". De vez en cuando llega al Poë, despistado, algún espécimen de la Granada rancia. Hace menos de un mes, una mujer se indignó porque de tapa no había jamón y porque los frijoles eran negros. "¿Qué pasa, es que habéis pintao las habichuelas?", preguntó con ese gracejo tan característico del que ha pasado demasiado tiempo alimentándose a base de puchero de hinojos. "Estoy en España", protestó, poniendo la nota folclórica en un local en el que, en un espacio bastante reducido, se han llegado a reunir 21 nacionalidades. El Poë no son solamente sus tapas, las cervezas o las copas. Es un bar eminentemente relacional, en el que la conversación sustituye a la música. "Aquí hemos visto nacer muchas relaciones de amistad, amorosas, incluso profesionales", observa Matthew. Hace dos años, uno de sus clientes creó un sitio en la red social Facebook, ‘lovepoe’, que sirve a los amantes de este local granadino dispersos por el mundo para mantenerse en contacto. El Poë fue su nexo de unión, y lo sigue siendo en la web. Para muchos de esos clientes, sobre todo los jóvenes extranjeros que estudian en Granada, Ana y Matthew se han convertido en bastante más que los dueños del bar en el que paran. "Me temo que somos para ellos algo así como sus tíos", reconoce Matthew. "Nos cuentan sus problemas personales, nos piden consejo, y cuando vienen sus padres a visitarlos, nos piden que vayamos a cenar con ellos", dice Ana. "Se olvidan de que sólo tenemos un día libre". El Poë lleva abierto algo más de cinco años. Matthew reconoce que no es un periodo demasiado largo, pero aun así, nota que en ese tiempo la ciudad ha cambiado mucho. "Y creo que nuestro bar es parte de ese cambio que se ha producido", dice. Es muy probable que el Poë sea algo más que eso.. [Source: La Opinion, Granada] |
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